Bastante hemos
leído y escuchado últimamente que la crisis que está viviendo gran parte del
planeta se debe a una crisis de valores. Y porque estoy enteramente de
acuerdo con ello, comienzo este primer artículo del blog hablando de uno
que considero fundamental. Es la congruencia personal, y para tratar sobre
ella, iniciaremos con una historia elocuente:
Cuando el semáforo se puso
en amarillo, el conductor del coche delantero se detuvo ante él y la mujer del
automóvil de atrás, furiosa, empezó a tocar la bocina e insultarlo.
Un policía se la acercó mirándola muy seriamente, le ordenó salir del coche y la llevó a la comisaría (donde la revisaron de arriba abajo, le tomaron fotos y las huellas dactilares y la pusieron en una celda). Un par de horas después, el policía la dejó en libertad diciéndola:
“Señora, lamento mucho este error. La traje porque la escuché furiosa insultando al otro conductor, queriendo pasarle por encima, maldiciendo, gritando improperios y tacos. Es que, al acercarme para ver qué le pasaba, vi colgado de su espejo retrovisor el símbolo de la Paz, en el vidrio de atrás una pegatina de ‘Yo elijo la Vida’; otra de ‘Sígueme el Domingo a la Iglesia’ y otra sobre la Serenidad. Como comprenderá, ¡supuse que el auto era robado!”
Un policía se la acercó mirándola muy seriamente, le ordenó salir del coche y la llevó a la comisaría (donde la revisaron de arriba abajo, le tomaron fotos y las huellas dactilares y la pusieron en una celda). Un par de horas después, el policía la dejó en libertad diciéndola:
“Señora, lamento mucho este error. La traje porque la escuché furiosa insultando al otro conductor, queriendo pasarle por encima, maldiciendo, gritando improperios y tacos. Es que, al acercarme para ver qué le pasaba, vi colgado de su espejo retrovisor el símbolo de la Paz, en el vidrio de atrás una pegatina de ‘Yo elijo la Vida’; otra de ‘Sígueme el Domingo a la Iglesia’ y otra sobre la Serenidad. Como comprenderá, ¡supuse que el auto era robado!”
La señora de la historia… ¿es congruente? ¡Definitivamente no!
Cada quien tenemos nuestro carácter, nuestra personalidad: esto es
nuestra manera de pensar, sentir y actuar bajo ciertas circunstancias. Lamentablemente, en nuestras “modernas” sociedades, son comunes dos formas
de ser in-congruente:
- Actuar de maneras distintas ante la misma circunstancia, o ante personas distintas.
Ej: que un padre permita o
castigue en su niño un mismo comportamiento según su estado de ánimo; o que una
señora enarbole banderas de paz y serenidad gritando e insultando; o alguien
que juzga fuertemente a otros por un
comportamiento cuando lo justifica en sí mismo; o rechazar un golpe de estado
en un país pero justificarlo en otro; o ser violento o amable según con quien, sentirse
incómoda en su círculo pero aguantar por no tener otros amigos…
- Pensar, sentir y actuar a la vez de manera distinta ante una misma situación.
Ej: siento que no
quiero ir a comer el domingo a casa de los abuelos, pero tengo dudas por no ir
y acabo yendo; o juzgar distinto una misma conducta juvenil según si es contra
otros o contra mí; o decir que vas a hacer algo y luego no hacerlo (por lo que
sea que sientas: culpa, temor a rechazo o presión); o en endeudar cada vez más
a tu familia por mantener un tren de vida para que no te tachen de “ser menos”
o “fracasado”…
Algo
de ironía… ¡No hay pensamiento más coherente que
este: cuando yo hago las cosas, están bien; cuando las hacen otros, están mal!
Definamos
entonces… ¿qué es congruencia?
Se dice que es conducirse de una manera coherente
o consistente en los todos los ámbitos de la vida: sin ambigüedades o
contradicciones y bajo una serie de valores o principios: familiares, sociales o religiosos.
Y
en este aspecto yo quiero aclarar 2 puntos:
1.
A mi entender, pueden ser más relevantes los valores personales,
puesto que, estar haciendo algo que incomoda, frustra, coarta o doblega tu
corazón sólo porque lo indica la familia, la sociedad o la iglesia, es la peor
cosa que puedes hacerte, porque no hay mayor daño que la propia violencia hacia
sí mismo, pisotear tus propios valores o necesidades.
Antes de creer en alguien, primero cree en ti.
2.
Como ya es bien sabido, conducirse (actuar) viene
en cascada del sentir y pensar. En otras palabras: todo nace con un
pensamiento, que produce una emoción, que dirige nuestra acción. Los
científicos lo aseguran: todas nuestras decisiones son emocionales, nos demos
cuenta o no. Y es que no elegimos actuar con nuestro pensamiento racional consciente,
ya que está fuertemente influido por nuestros pensamientos inconscientes
(conclusiones tomadas hace mucho -debido a experiencias importantes, positivas
y negativas-).
Ser congruente es pensar, sentir y actuar acorde a los valores que
predicas.
Es conducirse y vivir siempre en esos valores, sin excepción.
Pero, si de niños somos congruentes: de lo más libres y
auténticos en nuestro pensar, sentir y actuar… ¿por qué caemos en la
incongruencia? Si bien de adultos a veces nos arrastran intereses y temores,
los mensajes que recibimos y acumulamos durante la infancia nos marcan el
camino.
Posibles causas
de la no-congruencia personal.
- Creencias conceptuales equivocadas (¡Si lloras eres débil!).
- Lo que yo creo que esperan de mí -que no siempre es cierto-. (¡Quieren que estudie la rama científica...!)
- Miedo al rechazo, a la exclusión, a la desaprobación o al desamor:
o
No contradecir a otros. (Soy tu padre, ¿quieres que
te castigue?)
o Evitar conflictos. (¡No
hagas que me enoje!)
o
No “quedar mal”. (¡Pórtate
bien, te está viendo esta gente!)
o
“Qué dirán”.
(¡No seas tonto!)
o
No ser diferente. (¿Eres uno de los nuestros o no?)
o Otras... (nómbralas tú).
o Otras... (nómbralas tú).
Como todo en la vida, cada una de nuestras palabras, actos, y escogencias
tiene sus consecuencias. Así que, ¿cuánto nos cuesta la incongruencia?
Consecuencias de
no ser congruente.
La persona contradictoria e
inconsistente paga cada vez un más alto precio, porque la incongruencia acaba
resultando
confusa y hasta perjudicial, tanto para la propia persona como para quienes la
rodean:
- Deja de lado lo que ella considera importante.
- Victimismo: creer que está mal por culpa de algo o alguien más.
- Autoestima resentida y baja confianza en sí misma.
- Negativismo generalizado.
- Falta de honestidad y responsabilidad.
- Incredulidad, incertidumbre y desconfianza de los demás hacia ella.
- Pérdida de relaciones (rechazo y soledad) por su constante crítica y negativismo.
- Pérdida de eficiencia en tareas laborales y familiares.
- Pérdida de liderazgo familiar y profesional.
- Insatisfacción consigo misma, con su vida y con la vida en general.
Que tus valores
guíen tu vida, no tus miedos ni tus intereses.
¿Qué hacer?
Alcanzar la congruencia ante cada situación cotidiana implica la práctica
diaria y constante de hacer coincidir el pensamiento con el sentimiento, la
palabra y la acción.
Y en ello te irás dando cuenta de tus pensamientos/mensajes inconscientes
perjudiciales (para hacer limpieza de ellos). La persona que se reconoce incongruente y desea
dejar de pagar caro por ello ha de hacer un trabajo interior importante de
auto-descubrimiento que dará frutos.
Revisar:
- ¿A qué valores das importancia, cuáles predicas?
- ¿Piensas, sientes y vives alineado a ellos.
- ¿En qué áreas te cuesta más ser congruente?
- ¿Cuál o cuáles pensamientos, temores o inseguridades pueden estarte empujando a ser incongruente en esas áreas?
- ¿Para qué mostrarte contradictorio/ambiguo, cuál será el beneficio secundario y aprendizajes de ello?
- ¿Qué habrías de fortalecer en ti para ganar en congruencia y sentirte más satisfecho contigo y tu vida?
- ¿Estás dispuesto a seguir pagando alto precio y perdiendo?
- Hazte un plan de trabajo personal y ¡manos a la obra!
- Busca ayuda profesional puntual si la necesitas.
Sí que ser congruente puede requerir buen esfuerzo, pero ese esfuerzo ¡valdrá
la pena! Un paso adelante cada día ya
estará bien.
La felicidad se alcanza cuando lo que uno piensa, lo que uno dice y lo que uno hace están en armonía. Gandhi.
Beneficios de trabajar la congruencia personal:
- Fortalecer el carácter.
- Desarrollar la prudencia y autenticidad.
- Cultivar relaciones personales sinceras y confiables.
- Cumplir las obligaciones con eficacia.
- Alcanzar sueños.
- Ejercer un liderazgo positivo (familiar, social, laboral).
- Recobrar la propia estima, la alegría y la satisfacción por la vida.
En fin: ¡Para sentirte bien contigo mismo, con tu vida y con tu entorno!
Conducirse en desacuerdo a sus valores y necesidades básicas es estar muerto en vida.
Ser ejemplo:
Velar por nuestros derechos requiere de
congruencia personal, pero sin lugar a dudas exige además flexibilidad y
prudencia para evitar dañar los derechos de los demás.
Y conociendo nuestra tendencia a mirar en los demás más
que en nosotros mismos… ojo con la tentación. Antes de
ir a exigir coherencia a los demás, hazte tú la pregunta: ¿Soy yo lo suficientemente coherente en ese
aspecto como para exigirlo al otro?
Reflexiona
algunos ejemplos:
- Antes de criticar la colaboración de algún compañero… ¿Trabajo con intensidad y en equipo siempre, o sólo con algunos?
- Antes de acusar a políticos y trabajadores públicos… ¿Soy honesto, austero, diligente, útil y servicial con algunas personas, o con todas?
- Antes de pedir más atención a mi familia… ¿Les doy yo lo que deseo que me den y correspondo con creces a los cuidados que recibo de ellos?
- Antes de pretender lealtad y ayuda incondicional de los amigos… ¿Soy verdadero amigo de mis amigos: soy siempre lo leal e incondicional que yo pido?
- Pon tú otros ejemplos...
¡Nadie es la víctima de nadie! Reconoce que algo
clave vienes haciendo (o dejando de hacer) que te tiene y mantiene en esta
situación.
¡Pero eso, será tema de otro artículo!
Sólo si yo cambio, mi mundo cambiará.
La Congruencia Personal no es un
estado al que llegar, es un camino a transitar.
.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.
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